El ya fallecido
boxeador vasco regaló momentos de oro al noble arte español, pero la mala
gestión de su promotor unida a la oscuridad de los despachos llevó al pugilista
al olvido y a la posterior quiebra económica
Los inicios de José Manuel Urtain en el mundo del deporte no
tuvieron nada que ver con el boxeo. De hecho, empezó practicando los deportes
tradicionales del su tierra el País Vasco. Estas prácticas tenían que ver con
sus formidables atributos físicos, ya que Urtain estaba capacitado con una
tremenda capacidad física y una fuerza descomunal. Su afición por estos
deportes vascos venía de familia. Su padre fue uno de los mejores levantadores
de piedras que se recuerdan en Guipúzcoa, aunque Urtain no tardó en superar las
marcas de su antecesor con tan sólo 20 años. Aún sostiene records en
levantamiento de piedras, ya que el Tigre de Cestona, como se le conocía, llegó
a alzar bloques de 250 kilogramos, además de ser el único en el País Vasco que
ha levantado 192 veces consecutivas una piedra de 100 kilogramos.
Después de dejar con la boca abierta a su público en dichas
competiciones, el promotor de boxeo José Lizarazu se fijó en él, y le ofreció
subirse a un cuadrilátero. Urtain debutó en 1968, encadenando una serie de 28
victorias consecutivas por la vía del nocáut. La espectacular racha del
peleador vasco suscitó numerosos comentarios en el mundo del pugilismo
nacional. Unos veían a una estrella en ciernes y otros opinaban que le habían
arrimado unos oponentes de diferente nivel, es decir, de una calidad
deficiente. Así llegó a ser el campeón de España, y sumando victorias consiguió
alzarse como campeón continental en 1970 en Madrid, cuando Urtain ‘durmió’ a
Peter Weiland en el séptimo asalto.
Urtain luchando por el campeonato de Europa frente al alemán Jurgen Blin.
Cuando Urtain se coronó en la cima de Europa, muchas voces
dentro del ámbito pugilístico acusaron de un posible amaño en el torneo en pos
del peleador favorito del público, es decir, Urtain. La realidad fue que en la
defensa del título se encontró con Sir Henry Cooper, múltiples veces ocasiones
campeón continental y mundial, y destrozó literalmente al Tigre de Cestona. A
partir de la derrota, ya no consiguió el apoyo necesario para seguir en boca de
los medios, y acabó cayendo en una espiral marcada por la bancarrota, los
problemas personales y las acusaciones a su promotor de robarle gran parte de
su patrimonio logrado durante su carrera de boxeador.
Tras años de problemas y decadencia, en 1992, el Tigre de
Cestona decidió acabar con su vida, lanzándose al vacío desde lo alto del
edificio en el que residía en Madrid.
En la imagen puede observarse al peleador vasco antes de dedicarse al boxeo, en una de las múltiples exhibiciones de fuerza bruta que realizó.
Fuentes: www.mundodeportivo.com;
www.elpais.com; www.diariovasco.com; www.flickr.com
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